viernes, 23 de abril de 2010

La semana de los muertos vivientes

Hace unos días quedé a tomar café con aquel chico tan majo que me quería y que resultó ser más veloz que el correcaminos para escapar.

En la última semana, me han agregado al Facebook (¡el mismo día!) un par de rollos suecos que tuve cuando me fui de erasmus hace años. Uno de ellos, era un trozo de pan, pero –todo hay que decirlo– un poco desustanciao. Por el otro casi me quedo a vivir en Gotemburgo y todo... aunque al final resultó ser un niño que no sabía lo que quería encerrado en el cuerpo de un hombretón rubio guapísimo.

Hoy me he tropezado con el gilipollas que estaba a mi lado cuando me enteré de que era seropositivo y que desapareció de la noche a la mañana y que no deja de llamarme "chavalote" cada vez que me cruzo con él, de año en año, por la calle.

A todos ellos, con cariño:


¿Por qué el pasado se empeña en volver de repente, con todos sus fantasmas juntos en tropel? ¿Qué me quiere decir el destino?