domingo, 22 de agosto de 2010

A hard night's day

Hoy es el día que sigue a la noche de ayer. Vaya noche de mierda. No diré que fue reveladora, porque ya nada me asusta, sino que -más bien- fue la gota que colmó el vaso.

No faltó de nada: encontrarme al polvo del otro día en un bar al que fui con un chico que medio me hacía tilín. Que mi gran amigo de tantos años me diga, con tres copas de más, que está pendiente de unos resultados médicos para confirmar que tiene una u otra enfermedad neurológica brutales (mucho peores que mi VIH... tipo esclerosis y demás). 

Que acabemos yendo a un after con cuarto oscuro... y que me diera un ataque de agobio como pocas veces y tuviera que salir corriendo, dejando allí a mi amigo lidiando con un montón de impresentables. Que fuera, además, la última noche de mis vacaciones antes de irme, en unos días, de vuelta a la ciudad donde trabajo. 

En fin, he decidido (otra vez más) alejarme de toda esta mierda durante un tiempo, unos meses, un par de años. No quiero saber nada más de salir por ahí, beber, oler a tabaco sin haber fumado, de aguantar a babosos que te miran la polla mientras meas (¿habrá momento más íntimo?), de las reinas de la noche.

viernes, 20 de agosto de 2010

Cambios

Le he dado un impulso grande al blog y a mi cuenta en Twitter (http://twitter.com/pildorasazules). Diseños nuevos, con fotos propias y colores más armónicos. Cambios en el código de la página para salir más guapo en la foto de Google y que llegue aquí más gente. El paso previo a tener más visitas y, espero, más comentarios de gente que me dé su consuelo anónimo en la distancia.

Hay que ver lo que libera contarle a todo el mundo cosas que antes sólo escribirías en un diario. Las puede leer cualquiera y, sin embargo, te permiten desahogarte en la soledad de un salón con la persiana bajada en un día de verano.

jueves, 19 de agosto de 2010

Propósitos del nuevo curso

Se acaba el verano y va llegando la fecha. A partir del día 1 de septiembre, esta oruga se convertirá en un capullo (¡más todavía!) durante, digamos, dos años. He pensado en todo: voy a acometer cambios importantes en la vida de cualquier hombre de bien. Al menos, de cualquier hombre-homosexual-urbanita-universitario de bien. A saber:

- voy a apuntarme al gimnasio. Hace tiempo que no voy y ya está bien de acumular barriguita. Vale, los antirretrovirales hacen que se acumule grasa en el abdomen y demás... pero no es excusa. O sí lo es, precisamente. Así que a trabajar duro y a ponerme estupendo. 50 euros al mes.

- voy a ponerme una ortodoncia y, de paso, igual miro hasta precios para quitarme la miopía, que dicen que está todo muy avanzado y hay que aprovechar el tiempo y los ahorros en estas pequeñas cosas, tan imprescindibles. Como no tengo hijos, maromo ni hipoteca, el dinero es mío y me lo gasto en lo que quiera. Ponte que me gasto en esto unos 200 euros al mes.

- voy a aprender idiomas. No sé si dedicarme a perfeccionar el inglés (que nunca está de más y además me hace falta un reciclaje) o a aprender algo nuevo, mucho más estimulante sin duda. Alemán, portugués, francés... ya veremos. Ponle otros 100 euros al mes.

Así que me esperan unos 350 euros mensuales en gastos imprescindibles para que, en el mencionado plazo de dos años, esta oruga se convierta en una mariposa políglota, visualmente impecable, con dientes alineados y perfectos y con hombros anchos y abdomen plano. Para entonces habré pasado de los treinta... y hay que coger el toro por los cuernos.

Que no se diga.

viernes, 13 de agosto de 2010

Si me buscas, me encuentras

No soy de piedra. Vale, tengo el bicho por la sangre y puedo contar los polvos de 2009 con los dedos de una mano (y creo que me sobran dos). Pero no soy de piedra. O sea, que si me buscas... me encuentras.

No hay como conectarse a una red social (ahora todo es red social, cuando antes las llamaban 'páginas de guarreo' o 'de contactos' que, para el caso, viene siendo lo mismo) como bakala.org o gaydar.es para que te manden mensajes de los que suben el ánimo. La mayoría, sin foto, sin sitio, sin ambas cosas o -incluso- sin vergüenza.

De vez en cuando, sin embargo, aparece alguno bastante resultón, que te pone fotos en abundancia, que comparte algo de información contigo de buena fe y que te pide, directamente, una cita para esa misma tarde después del trabajo. La facilidad y la felicidad para el que lleva años enganchado al rollo digital y que añora los tiempos en los que todo el monte era orégano. Sí, hace unos ocho o diez años... cuando nadie tenía cámaras digitales pero todo el mundo tenía fotos escaneadas en sus perfiles. Acojonante paradoja. Memoria de tiempos pasados que, en este caso al menos, fueron mejores.

Total, que ayer me buscaron y me encontraron. Muchísimo. Tapas, cervezas, un motel de carretera pagado a medias (porque, si no tienes sitio, buenas son tortas). Un polvo bastante decente. Una serie de la tele, abrazados, a falta del cigarrito de después. Una promesa: "Te volveré a llamar".

¿Puntos negativos? Sí, alguno... aunque sin mucha importancia: que estoy de vacaciones y no sé si lo volveré a ver (ni falta que hace, a decir verdad). Que sin camiseta perdía un poco. Que en cuestiones de roles no coincidimos (o sí, pero ya sabéis que los polos iguales se repelen).

O que -y esta es la peor- hablaba exactamente igual que mi mejor amiga del instituto. O sea, que entre que me comía la polla o el culo decía cualquier cosa y yo veía a mi amiga. Bueno, tampoco es para tanto. Podía haberme recordado a Rajoy, a Ratzinger Z o a Carmen Mairena (cosas veredes), y entonces sí habría sido un drama.

En fin, me buscó y me encontró. Le ponemos... un 6 y a ver qué pasa en la reválida.