viernes, 22 de octubre de 2010

Limpieza

He limpiado mi casa a fondo. Me ha dado bastante trabajo y a veces he tenido que pararme a pensar si tal o cual cosa me iba a hacer falta en el futuro. Ha sido un poco difícil decidir pero al final he optado por ser inflexible: he tirado todo lo que no veía desde hace más de una semana. Y no veas qué aroma a limpio se ha quedado...

jueves, 14 de octubre de 2010

Con el tiempo

Avec le temps,
avec le temps, va, tout s'en va.
On oublie le visage et l'on oublie la voix.
Le cœur, quand ça bat plus, c'est la peine d'aller
chercher plus loin, faut laisser faire et c'est va bien.


Avec le temps, 
avec le temps, va, tout s'en va.
L'autre qu'on adorait, qu'on cherchait sous la pluie,
l'autre qu'on devinait au détour d'un regard,
entre les mots, entre les lignes et sous le fard
d'un serment maquillé qui s'en va faire sa nuit.
Avec le temps tout s'évanouit.

"Con el tiempo se olvida todo. La cara, la voz. Vale la pena, cuando el corazón ya no late, buscar más lejos, dejarlo estar. Con el tiempo, aquel al que adorábamos, a quien buscábamos bajo la lluvia, a quien comprendíamos con solo una mirada, sus palabras, sus cartas... todo se pierde en la noche. Con el tiempo, todo se evapora".

Es una traducción un poco libre de la canción de Léo Ferré 'Avec le temps' que no puedo dejar de escuchar. ¿Os habéis parado a pensar en que cuando pasan los años no somos capaces de acordarnos del timbre de una voz amiga o de la cara de algún familiar que ha muerto... más allá de las poses forzadas de las fotos que guardamos?

El cerebro es sabio y sabe, exactamente, qué guardar y qué borrar de su disco duro. El alma sabe que su memoria no es infinita y va desfragmentando y limpiando, cada poco, sus bits para ir haciendo sitio a lo que llega. Ningún ordenador es capaz de de mantenerse tan aseado durante más de un año. Nuestra mente, mucho más ágil, nos acompaña durante toda una vida y hace sus deberes, callada, sin que le digamos nada. Selecciona lo importante, borra lo superfluo. A veces, trabaja de una manera tan rápida que algunas de las vivencias no llegan, siquiera, al lugar donde deberían guardarse y se esfuman mucho antes de llegar a ser, propiamente, recuerdos.

El sueño, al que me dirijo como cada noche, es el momento más provechoso del día. Durante ocho horas dejamos a nuestro inconsciente a su aire, ordenándose sin prisa, a su ritmo. A veces, por la mañana intentamos hacer un recuento y descubrimos, con agrado, que aquel al que adorábamos, a quien buscábamos bajo la lluvia, aquel en el que quisimos comprender con solo una mirada... ya no está. No existe. Deleted.

Y sin embargo, la verdad es que la vida ya nunca vuelve a ser igual. Nunca volvemos a ser los mismos ni a amar del mismo modo. "Alors, vraiment, avec le temps on n'aime plus".

lunes, 11 de octubre de 2010

Me muerdo la lengua

Hoy me muerdo la lengua y no voy a utilizar este blog para contar ninguna historia que me haya pasado. No es necesario, es otra vez (¡otra vez!) la misma y ya la habéis leído... los tres que venís por aquí de vez en cuando.

Hoy solo quiero anunciar que he tocado fondo –o, al menos, algo duro bajo mis pies– y que a partir de ahora solo puedo a ir a mejor. Mañana, aprovechando el día festivo, voy a coger mi coche bien temprano y voy a conducir adonde él me quiera llevar. Probablemente llegue a la frontera más cercana y la traspase por el sitio más insospechado, quizá una carretera comarcal cuanto más alejada de la autovía mejor. Cambiaré, aunque sea por unas horas, de país y de idioma, de paisaje, de mochila. Dejaré, por esas mismas horas, todo atrás y seré de nuevo quien fui hace años. O, mejor, me inventaré un yo distinto.

Lo he hecho varias veces y, la verdad, soy bastante bueno en ello. Soy capaz de aparentar la madurez más serena, la sensatez del adulto, la ingenuidad del adolescente. Incluso, si me pongo, soy capaz de creérmelo durante un rato. A veces me veo incluso desde fuera, como esas personas que salen de su cuerpo cuando están al borde de la muerte, y me veo estupendo.

Mañana es el día. Y claro que luego volveré a casa, a lo de siempre, para dormir y volver a trabajar el día siguiente. Pero ese ratito que sea otra persona, esa carreterita de frontera, me enseñarán que fuera de la caverna hay vida, luz y color mucho más brillantes que en las sombras. Lo bueno, también, es que no tengo a nadie a quien convencer a mi vuelta de que allá fuera todo es mejor. Lo sabré yo, y con eso me bastará.

A dormir. Hasta mañana.