sábado, 27 de marzo de 2010

SMS

Mi mensaje pidiendo audiencia para aclarar las cosas (quién me mandará a mí insistir) ha recibido respuesta:

"Por cierto, dime qué nombre ponerle a tu número. Creo que nunca lo he sabido".

Y yo pensando en él, acordándome de su nombre, de su cara y de su sonrisa que sólo disfruté unas horas y que se apagó cuando apareció el bicho. No sé por qué, pero se confirma una vez más uno de los grandes misterios de la óptica: cuando aparece el virus en la conversación, todos dejan de verme a mí y sólo ven un microbio.

No hay comentarios: