Estoy sintiendo escalofríos, cierto dolor de cabeza, ganas de acostarme todo el día y no saber nada del mundo hasta mañana. Pero más allá de eso, las putas atriplas y la necesidad de tomarlas cada día para no complicar más las cosas es una tortura que me recuerda que la vida no volverá a ser la misma.
Da igual que salga por ahí, que me conecte a alguna web de contactos. Que intente obviar este martirio para mirar adelante y volver a tener esperanza. La píldora diaria hace que las ganas de cualquier cosa se supediten a la borrachera.
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