domingo, 13 de junio de 2010

Como un trapo

Lo peor que puedes hacer un día cualquiera es tomarte la dichosa píldora azul (bueno, ahora son rojas, pero para el caso es lo mismo) por la mañana. El médico te recomienda tomarla siempre por la noche, antes de dormir, para que el sueño evite que la bofetada te llegue mientras estás consciente. No sé qué coño tienen dentro las pastillas, pero te hacen sentirte como si fueras un trapo: sin ganas de andar, de pensar, de escuchar nada que no sea el silencio. Es como una droga que te da un mal viaje.

Estoy sintiendo escalofríos, cierto dolor de cabeza, ganas de acostarme todo el día y no saber nada del mundo hasta mañana. Pero más allá de eso, las putas atriplas y la necesidad de tomarlas cada día para no complicar más las cosas es una tortura que me recuerda que la vida no volverá a ser la misma.

Da igual que salga por ahí, que me conecte a alguna web de contactos. Que intente obviar este martirio para mirar adelante y volver a tener esperanza. La píldora diaria hace que las ganas de cualquier cosa se supediten a la borrachera.

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